El precio del hambre.

Una vez más nuestros gobernantes encuentran elementos para controlar fácilmente nuestra voluntad y nuestra libertad.

El gran Maquiavelo ya formuló con maestría el valor que tiene el hambre en el control de la voluntad humana. También los romanos tenían claro que el “pan y circo” era una herramienta imprescindible para el control de masas.

Hoy, en el siglo XXI, los grandes dictadores, en Cuba, Corea del Norte, Venezuela y la mayoría de los países de África, no dudan en utilizar el hambre de sus ciudadanos o de sus súbditos para manejar su libertad y dirigir sus acciones.

En nuestro entorno observamos cómo también ocurre a nuestro alrededor, pero pocas veces reparamos en la circunstancia de que, en España, claramente empezamos a sufrir una deriva política encaminada a reducir nuestra libertad mediante el control y la manipulación de nuestra debilidad económica.

Es de manual que provocando la ruina económica de un país – y no hablemos ya de la decadencia moral – se puede manejar el sentir de los ciudadanos, sus opiniones y sobre todo controlar su odio y dirigirlo contra los no afines.

Veamos un modesto ejemplo:

Si todos sabemos que, aumentando los impuestos, NUNCA se aumenta la recaudación a medio y largo plazo, y sin embargo ciertos gobiernos se empeñan en hacerlo; entonces está claro que su intención real es conseguir a medio y largo plazo una reducción de los ingresos del estado, un endeudamiento crónico y por ende un EMPOBRECIMIENTO paulatino y sistemático de la población. De esta forma, los partidos de cierto signo político creen que las personas así empobrecidas dirigirán su voto hacia estos mismos partidos que provocaron su ruina. Para pensar de esta forma, cuentan con la circunstancia añadida de que previamente y durante décadas, han provocado, a la par, la incultura generalizada y, por ende, la reducción del espíritu crítico de esos votantes. De la misma forma, estos políticos, han controlado los medios de comunicación, reduciendo su pluralidad, convirtiendo la mayoría de ellos en panfletos de propaganda. Propaganda financiada a su vez con sus impuestos y los míos, incrementados de forma inexorable. Si a la brutal subida de impuestos, le añadimos el coyuntural ingrediente de la pandemia y la ayuda de una inflación desbocada, entonces ya tienen asegurada la lealtad de un pueblo empobrecido y endeudado. ¿Cómo se controla a un pueblo con hambre? Pues muy fácil, con “pan y circo”, que, traducido a los elementos del siglo XXI, serían la desinformación, la manipulación, la telebasura, las cortinas de humo mediáticas y por otro lado, están las limosnas típicas de todo gobierno autócrata: subvenciones, paguillas, mamandurrias, subsidios.

¿Tiene esta espiral de ruina provocada arreglo?

La reducción de impuestos, provoca un INCREMENTO de la recaudación, y esto ya lo saben, pero sin embargo apuestan por subirlos, ya que el objetivo claro no es que mejore la economía, sino que esta empeore.

Aparte de votar – mientras nos dejen hacerlo – podemos revelarnos, cambiar la resignación y vencer la tiranía del hambre controlada, siendo felices, trabajando más, incrementando la riqueza a pesar de las trabas impuestas, creando empleo a pesar de subir el coste de la mano de obra y la subida de cotizaciones…. En definitiva, demostrar que todavía tenemos capacidad de oponernos a la tiranía de la pobreza impuesta y obligatoria.

Publicado en «El Valle de Lecrín» Febrero 2022